Pensamientos preelectorales

Hoy viajaba en el metro, rumbo al trabajo, y de repente un pensamiento muy antipático se ha instalado en mi cabeza. He levantado la mirada de mi smartphone, desde donde brota la sangre de Twitter -que ríete tú de la batalla de los bastardos de «Juego de Tronos»- y he pensado: «¿Quién de todos estos, que viajan aquí conmigo, votará al partido del odio?» Y he intentado identificarlos en un infantil juego de apariencias. Porque para mí, a un votante de ese partido se le tiene que notar el odio y la sed de venganza en la cara. Y yo solo veía gente cansada, aburrida, agobiada,… Entonces he comprendido que el drama de esta sociedad reside en que la gente cansada, aburrida, agobiada, haya comprado el discurso del odio. En lugar de luchar por la justicia social, haya preferido la venganza, el sufrimiento colectivo, el mal de muchos.

Pero también os digo que estoy harto de esa pedagogía barata que nos hace creer que los votantes del odio no saben lo que hacen; que son buena gente a la que han engañado. Bueno,…si en algo podemos decir que el partido del odio no ha mentido es en el odio. Su discurso se basa en mentiras y en una sola verdad: odiar es rentable. Si cuando ese partido dice que un matrimonio entre dos personas del mismo sexo no es matrimonio y tú asientes, si cuando dice que las mujeres mienten en las denuncias de malos tratos y tú asientes, si cuando dicen que deberíamos llevar un arma y tú asientes, si cuando dicen que las personas trans son las culpables de la crisis de la sanidad pública y tú asientes, si cuando dicen que la inmigración te roba el trabajo y tú asientes, tú eres tan miserable como ellos. Y punto.

Hoy un hombre gay me ha dicho por Twitter que necesito desintoxicarme, que tengo un discurso muy belicista, muy de buenos y malos. Y su equidistancia me ha resultado más ofensiva que el insulto del fascista. Porque para enfrentarme al enemigo estoy preparado; para tener el enemigo en casa, no.

Nos han polarizado, claro que sí. Llevan haciéndolo años y aquí nadie parecía molestarse en denunciarlo. Al revés, se acomodaban en uno de los polos. Ahora ya es tarde. Ahora volvemos a estar frente a frente, buenos y malos, sabiendo que para ellos, los malos somos nosotros pero con perspectiva, para la historia, los malos son ellos. Y yo intento aprender de la historia. Ahora nos toca volver a luchar, identificar al enemigo, saber que vienen cargados de odio y derrotarlos con la razón. Y una vez derrotados, encargarnos del matiz y defender nuestro estado de derecho, nuestra ilustración, para que no vuelvan a polarizarnos con banderas y patrias.

El de Twitter me ha dicho que me «desintoxique» cuando he contestado a uno, que presumía de haber militado en el FLHOC en el 77 y acto seguido ha dicho que él prefiere a los fascistas «a los que he sobrevivido bien» que a «los comunistas antisistema de Podemos». ¿Cuánto tiempo más vamos a tener que soportar la ignorancia como parte del debate? Yo he criticado mucho y abiertamente a Podemos, creo que su líder es su principal problema -pero soy capaz de reconocer que fue el gran triunfador del último debate en televisión y el discurso más certero y razonable- y que en muchas ocasiones debería actualizar su discurso a la arbitrariedad ideológica de los nuevos tiempos, donde una misma persona tiene un pensamiento progresista respecto a un asunto y ultra conservador respecto a otro. Pero de la misma manera digo que afirmar que Podemos es extrema izquierda es de ser muy ignorante. No es de recibo incorporar la mentira, la ignorancia y el odio al discurso, como quien aporta medidas para salvar la economía. O sea, NO. Lo que sucede es que el sistema es tan maquiavélico que durante todos estos años, como una lluvia fina, ha ido escorando al PSOE hacia el centro, dejando la izquierda vacía. Y ahora llega Podemos, con un discurso y una ideología de izquierdas, como la que tenía el PSOE hace casi cuarenta años, y lo demonizan como extrema izquierda. Nadie que haya leído el programa de Podemos, sus propuestas de gobierno, puede llamar a ese partido extrema izquierda sin pecar de ignorancia supina y tener unos claros intereses en que la mentira perdure. Es curioso que los mismos que creen que el partido del odio es la otra cara de Podemos -«los extremos», lo llaman- sean los mismos que creen que feminismo es lo contrario de machismo. Fíjense.

Pienso en los votantes de ese partido del odio y no siento compasión por ellos. No me creo superior para poder juzgarlos con condescendencia, como quien mira por encima del hombro al torpe. Creo que ellos saben lo que votan como yo sé lo que voto. Y que si a ellos les parece bien odiar, ellos son como su partido. Ellos han preferido canalizar su rabia, ante una sociedad compleja e injusta, hiriendo y atacando al otro. Y si el otro es más vulnerable que ellos, mejor, porque les será más fácil hacerle daño.

No trabajes para curar tu frustración. Convierte tu frustración en odio, en discriminación, culpa a los más débiles, a las minorías, a los perseguidos, de tus problemas y túmbate a descansar. Y, de repente, ya estaba en Colonia Jardín y me tocaba hacer transbordo.

Un Comentario

  1. Mario

    Hay trackings que hablan de más de 30 diputados para Vox… Hay un voto oculto tremendo…

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